Es como el típico desenlace de una película de acción de Hollywood. El héroe se enfrenta con el villano, es la última pelea y va triunfar, eso está garantizado. Sin embargo, él no lo sabe.
Por eso, sufrimos igual. Es que en la ficción, el personaje principal no está tan convencido de su victoria, y recibe unos cuantos golpes que reafirman su triste hipótesis. El destino está echado, todo su recorrido fue en vano.
Hasta que algo surge en su interior. Un aluvión de confianza se desata y una habilidad increíble aparece, como de la nada. Lo vemos en su cara y comprendemos que ahora sí es el final (para el villano, por supuesto). Respiramos aliviados.
Hay más. Viene el mensaje de cierre. Ese talento especial siempre estuvo dentro de él, solo que lo ignoraba. Necesitaba salir, manifestarse, pero era parte de su ser.
Y mejor aún: aparentemente esa fortaleza particular también se encuentra dentro de todos nosotros, los espectadores, hombres y mujeres ordinarios.
Gran conclusión. ¿No es la vida maravillosa?
The end, corren los créditos.
En fin, sucede lo mismo con tu web.
¿Qué??
No no, déjame aclarar la situación. Tu página no es un héroe de acción en busca de venganza, es obvio.
Pero sí es cierto que tu web tiene un poder extra, una potencia que no se ha manifestado y que, de hacerlo, puede cambiar todo tu negocio.
¡Ahá! ¿Sorprendido?
Libera el poder de tu web
¿Sabías que más del 80% de los consumidores están en internet, buscando productos y servicios, comparando precios y leyendo reseñas de algo que quieren comprar?
Puedes ignorar esta idea o convertir tu web en una poderosa herramienta de venta.
¿Por qué? Bueno, ¿para qué tener una web repleta de (aburrida) información institucional si puede funcionar como tu asistente online y captador de potenciales clientes?
Ellos se encuentran ahí, dando vueltas en una especie de shopping virtual. ¿Qué estás haciendo para captar su atención?
No voy a entrar en los detalles técnicos. Quiero dejar en claro este nuevo enfoque.
Comienza analizando tu sitio
¿Tiene un objetivo de venta bien definido?
¿Está ofreciendo algo (producto o servicio) concreto?
¿Induce a los usuarios a realizar una acción? (llenar un formulario, pedir una prueba sin cargo, descargar un documento, etcétera)
¿Contiene textos publicitarios?
Examina estos ejemplos. ¿Cuál te parece que cumple con los ítems planteados arriba?
Ejemplo 1
Ejemplo 2
Aquí no interesa si uno es mejor que el otro. Por el contrario, la idea es analizar los objetivos, qué se propone cada modelo.
– El primero presenta un mensaje estándar. Brinda una cálida bienvenida y destaca un valor de la compañía (20 años de experiencia). No invita a seguir recorriendo el sitio y tampoco interpela al usuario.
¿Está mal esto? Definitivamente no. Pero si la meta es usar la web para vender, entonces observemos el caso adicional.
– El segundo apunta directamente a un beneficio (utilizar la herramienta implica ahorrar dinero). Además, ofrece una demo 100% gratuita e incita a descargarla ahora mismo (¿para qué perder tiempo?).
Comienza la remodelación
No se trata de tomar tu web actual y tirarla a la basura. Como si se tratara de una mudanza que puedes hacer con tiempo, comienza con pequeños pasos.
Plantea un objetivo (por ejemplo, promocionar un nuevo servicio) y trabaja en el texto de la home, el primero que se ve al ingresar.
Sacude un poco el árbol y deja que caiga todo lo que está de más (la típica jerga corporativa).
Redacta beneficios y ofrece algo concreto a tus usuarios. Invítalos a descargar un archivo, a seguir recorriendo el sitio, a contactarse con tu negocio.
Claro que si aspiras a empezar totalmente de cero, estás en tu derecho de decirle adiós a tu página vigente y arrancar una nueva etapa. Es tu decisión.
Más allá del camino elegido, pon en libertad el aspecto vendedor de tu web y empieza a cosechar los frutos.
Ese poder siempre estuvo ahí, esperando ser despertado.
¿Qué te parece si hoy mismo lo pones en funcionamiento?